domingo, 31 de mayo de 2015

Nave de asalto clase Acclamator



Construido por Ingeniería Pesada Rothana, filial de Astilleros Kuat, para el ejército clon de la República, estas naves de asalto planetario formaron la punta de lanza al principio de la lucha contra las fuerzas separatistas en las Guerras Clon. Su diseño, inspirado en las naves republicanas de las Guerras Mandalorianas, permitía la concentración de su armamento y reducía su perfil frente a sus adversarios, siendo la primera de una serie de modernas naves de combate que se harían famosas bajo los pabellones Republicanos y del Imperio en los años posteriores, entre las que se encuentra clases tan significativas como los destructores Imperial o los superdestructores Executor.

Diseño
El encargo de su desarrollo está envuelto en las mismas nieblas de misterio que envuelven la creación del Ejército Clon para la República. No obstante las indicaciones recibidas por los ingenieros de Rothana eran simples: se requería una plataforma capaz de transportar una fuerza de ataque junto a sus vehículos y su armamento pesado para saltos planetarios. Se optó por tanto en un diseño simple, pero eficiente, de un casco en forma de cuya, con los motores situados en la parte posterior y en cuyo interior se encontraba un potente reactor para alimentar sus sistemas. Alrededor de este se distribuyeron las estancias de la nave y las tropas, que realmente no necesitaban muchas comodidades y ocupando la práctica totalidad de la parte inferior del casco dejaron un gran hangar donde albergar los vehículos de combate.
Sus defensas contaban con 12 torretas cuádruples turboláser, 24 cañones láser y 4 lanzadores de torpedos de protones frontales, pero no estaban pensadas para suprimir al enemigo, sino como defensa puntal de su propio perímetro. Se esperaba que operaran conjuntamente con otras fuerzas más pesadas que apoyarían su asalto, como los destructores Venator o más adelantada la guerra con la clase Victory. Estos tenían la responsabilidad de alejar las fuerzas hostiles y suprimir las defensas planetarias, aportando la cobertura adecuada de cazas. En realidad el uso de esas naves contra un objetivo bien fortificado podía convertir el ataque, no solo en un desastre, sino en una carnicería. Aunque en ocasiones también se podía usar el sigilo para una aproximación por sorpresa, evitando el efecto de las defensas pesadas, como sucedió en la Primera Batalla de Geonosis que inició las Guerras Clon [SW III: The attack of the clons]. En esta ocasión la ignorancia de la creación del Ejército Clon y la existencia del anillo de asteroides alrededor del planeta, ayudó a que el ataque fuera una absoluta sorpresa, permitiendo a las 12 Acclamator enviadas poder desplegar sus fuerzas y rescatar a los jedis apresados por los separatistas.

Equipo embarcado
El espacio interior estaba dominado por un gigantesco hangar central, alrededor del cual se encontraban las estancias para los diferentes vehículos embarcados. Contaba con un cinta en forma de U suspendida en el techo que recorría la estancia, donde estaban los transportes LAAT/i, pensados para ofrecer toda la cobertura posible a las fuerzas de asalto. En los costados se encontraban ubicados los andadores AT-TE y la artillería autopropulsada SPHA, dejando así el espacio central libre para las diferentes maniobras de traslado de equipo antes del ataque. Así los LAAT/i podían despegar los primeros soldados antes que la nave se posara en la superficie del planeta para asegurar la zona de aterrizaje. Contaba, para apoyarlos, con varios LAAT/c capaces de trasladar los pesados andadores AT-TE que proporcionarían cobertura a estas fuerzas con sus cañones láser y así mantener a raya al enemigo. Una vez sobre el terreno las grandes rampas situadas en los costados de su casco permitían el descenso de los restantes AT-TE para iniciar la ampliación del perímetro y el ataque, así como los cañones autopropulsados SPHA equipados con potentes turbolásers capaces de reducir las defensores más sólidas. En total los Acclamator podían desembarcar en pocos minutos 16.000 soldados clon en cualquier punto de un planeta, incluyendo zonas marinas como se demostró en Mon Calamari [SW: Las Guerra Clon].
Entre los vehículos ligeros que transportaban destacaban las 320 motos deslizadoras para los equipos de reconocimiento, que podían ampliar el perímetro trasladando con rapidez más soldados hacia puntos estratégicos cercanos. A media que avanzaba la guerra fueron acondicionadas para albergar además los poderosos vehículos rodantes Juggernaut o andadores de reconocimiento AT-RT [Especualación]. Además contaba con espacio para 200.000 metros cúbicos de carga, son incluir los fungibles de sus vehículos. Mientras que desde su interior se podía coordinar todas las tropas y efectivos desplegados, aunque estos podían tener su propio puesto de mando móvil.

Algunas de estas naves fueron modificadas para convertirse en una versión para transportar 156 cazas Torrente V-19. Aunque hacia el final de las Guerras Clon apareció una segunda variante de la clase Acclamator diseñada como nave de asedio. Su propósito era romper escudos planetarios para lo que contaba con dos esferas de protones en vez de los lanzadores de torpedos de proa y era capaz de enfrentarse contra otras naves capitales y destructores de mayor tamaño. Solo tenía espacio para 3.200 soldados, lo que significa un 20% de su capacidad original, además contaba únicamente con 16 transportes LAAT, 10 caminantes AT-TE, 8 cañones SPHA y 64 motos deslizadores, con una espacio para10.000 toneladas métricas de carga.

Era imperial
Una vez terminadas las Guerras Clon, estas naves no cesaron su actividad. El Nuevo Orden del Emperador Palpatine requería mantener la presión sobre los mundos de las antiguas fuerzas separatistas, así como aquellos planetas de la Antigua República más reacios al nuevo gobierno o que no estaban dispuestos a subyugarse a su régimen. Mientras que con la aparición de la cada vez más molesta rebelión hizo que estas naves aun no fueran dadas de baja del arsenal imperial, necesitado de todo tipo de material para frenar a los grupos de insurgentes.

Aun así poco a poco fueron siendo sustituidas por otros transportes de asalto como los transportes de Corps de Evakmar-KDY, capaces de trasladar un Corps del ejército en su interior, con una capacidad de más de 74.000 hombres y sus vehículos. La entrada en servicio de otros andadores, sobre todo el colosal AT-AT, diseñados para intimidar con sus descomunales dimensiones, generó la retirada de primera línea a la mayoría de los Acclamator. Solo unos pocos fueron modificados para poder albergar en sus hangares los 22 metros de alto de un AT-AT. No obstante aun permanecieron operativos en regiones periféricas que usaban material más antiguo. Un buen puñado de estas naves se adaptó como transportes armados dentro de las flotas logísticas de la Armada Imperial [Especualación]. Sobre todo para para abastecer destacamentos del Borde Exterior, o zonas plagadas de piradas, mundos hostiles o donde la incipiente rebelión había engañado a sus habitantes para que se unieran a ellos, por lo que se mantuvo su armamento. Así que no es extraño verlos en las flotas logísticas e incluso de asalto, transportando tropas en la segunda oleada de desembarco, una vez que la resistencia inicial ya ha sido suprimida.
 
Características (originales)
Clase: Acclamator
Tipo: Transporte de asalto transgaláctico
Construido: Ingeniería Pesada Rothana (filial Astilleros Kuat)
Tripulación: 700
Tropas: 16.000
Dimensiones:
            Longitud: 752 metros
            Envergadura: 460 metros
            Altura: 183 metros
            Altura en superficie: 200 metros
Capacidad de carga: 200.000 toneladas métricas
Hiperimpulsor: clase 0.6
Alcance hiperimpulsor: 250.000 años luz
Potencia de salida: pico de 2 x 1023 vatios
Armamento:
            12 torretas cuádruples turboláser
            24 cañones láser
            4 lanzadores de torpedos de protones frontales
Vehículos embarcados:
            320 motos deslizadoras
            80 transportes LAAT
            48 andadores AT-TE
            36 cañones SPHA

Ll. C. H.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Enterprise 10 años después



El pasado 13 de mayo se cumplió el décimo aniversario de la emisión de These are the voyages… (ENT, 4.22), el capítulo final de lo que es hasta ahora la última serie de tv de Star Trek. Desde entonces atravesamos un largo desierto, solo aliviado por las dos películas de la reimaginación de J.J. Abrams. Enterprise representaba un giro en la exposición del universo retomado en 1987 con The Next Generation, que se desarrollada un siglo después que las aventuras de la serie clásica de los años 60, y que derivó en los spin-off de Deep Space Nine y Voyager, junto a cuatro películas propias. Es posible que el siglo XXIV ya hubiera dado todo de sí o que los guionistas no supieran continuar con su desarrollo, así que en busca de un planteamiento diferente, esta vez basaron la nueva serie en una precuela, situado la acción un siglo antes de la era de la clásica, 10 años antes de la creación de la Federación. Lo cual planteaba varios retos.



A nivel visual la nueva serie tenía que ser menos sofisticada y más arcaica que sus predecesoras, por motivos obvios: se desarrollaba en una era menos avanzada tecnológicamente. Y en ese sentido el resultado, para mí, me parece adecuado. La presentación de la Enterprise, los uniformes, el equipo personal, sobre todo el del doctor Phlox usando animales y técnicas que podrían clasificarse como de alquimia, ofrecen un aspecto retro y creíble. Gracias a que los efectos visuales ya eran todos generados por ordenador y por tanto más baratos, se pudo hacer realidad la idea original de Roddenberry de la utilización de lanzaderas para el descenso a los planetas (y que su elevado coste llevan a la creación del transportador). También se recuperan algunos conceptos no usados, como los anillos de curvatura utilizados por los vulcanos y que derivaban de uno de los bocetos originales de Matt Jefferies de la serie clásica. Tampoco se reusaron pocas modelos de naves creadas para las series anteriores y se crearon muchas naves originales para la serie. Cabe destacar el zángano romulado en Babel One (ENT, 4.12), original del capítulo The fight (VOY, 5.19) o la reutilización de la misma naves para xindis y tallarites. Así el resultado final es adecuado al crear una estética propia de esta época.



A nivel argumental, las cosas son algo diferentes. El pretexto de la serie es describirnos los viajes de la primera nave en alcanzar el factor de curvatura 5, (1) como desencadenante de la creación de la Federación gracias al buen hacer del capitán Archer. De esta manera el inicio de la misma se sitúa en el 2151, unos 5 años antes de la guerra entre Romulus y la Tierra que se había descrito en Balance of terror (ST, 1.08), el cual estuvo a punto de llevar a ambas potencias a la aniquilación mutua. Aun así nos presentan una Tierra que está en los primeros pasos de la exploración del espacio profundo y la colonización de manos de los vulcanos, con los que contactaron por primera vez en 88 años antes.


Pero el resultado cojea al mostrarnos una Flota Estelar demasiado primitiva e inmadura. Apenas se mencionan asentamientos y planetas colonizados: Alfa Centauri en Fortunate Son (ENT, 1.10), Vega en Broken Bow (ENT, 01.01/02) y Terra Nova, que no había sido visitada desde que llegaron los primeros colonos en el 2078 como se indica en Terra Nova (ENT, 1.06). Lo que significa que ninguna nave estelar se ha internado 20 años luz en los últimos 73 años. Y aunque sea un viaje largo a baja velocidad ¿no se ha organizado ninguna expedición de rescate o para descubrir que había ocurrido? Para mí es inexplicable. En Two days and two nights (ENT, 1.25) se dice claramente que la Enterprise es la nave más alejada de la Tierra al llegar a Risa, situada a 90 años luz de la Tierra. A penar se mencionan o aparecen otras naves estelares, e incluso tripulantes experimentados. Se supone que el alférez Mayweather es quien más lejos ha viajado de la tripulación y eso fue a bordo del carguero de su familia. Dando a entender que los transportes civiles viajan por la galaxia apenas sin protección por parte de las autoridades terrestres, a merced de piratas y otras potencias hostiles. Siendo por tanto estos los que más se han internado en la Vía Láctea, cuando lo normal es que la exploración sea soportado por los gobiernos civiles. Y aunque la premisa que las ansias de explorar e internarse en la galaxia de la Tierra están frenadas por los vulcanos me parece muy interesante, me resulta poco creíble.



Realmente el problema es cómo nos presentan la Tierra: que parece que pocas naves hayan salido del sistema solar y con tecnología arcaica, casi pusilánime, teniéndose en cuenta que han de convertirse en el futuro motor de la Federación. No olvidemos que en apenas 5 años desde el inicio de la serie plantará cara a lo que se supone es una gran superpotencia de la galaxia como es el Imperio Romulano (tienen sistemas de ocultación, generadores holográficos y son capaces de controlar una nave a distancia a muchos años luz), que lleva años expandiéndose. A medida que avanza la serie la situación mejora algo, aun así resulta extraño que la NX-02 aún se esté construyendo en The Expance (ENT, 2.26) al principio de la tercera temporada. La posible explicación es mostrada en la trilogía de la crisis de Babel en Babel One (ENT, 4.12), United (ENT, 4.13) y The aenar (ENT, 4.14), donde vemos que tanto vulcanos, andorianos como tellaritas se unen a la Tierra para luchar contra una seríe de incursiones romulanas. ¿Preludio de lo que sucederá durante la guerra? Sí queda claro que como los humanos no tienen ningún conflicto con estas razas, estos son los que hacen de aglutinador ante una amenaza externa como son los romulanos para crear a la Federación.



Lo que sí es muy interesante la recuperación de algunas de las razas de la clásica, casi un tabú en las anteriores series, donde apenas tenían referencias a estas. Especialmente los vulcanos, que en esta serie crean su propia iconografía: son arrogantes hasta ser irritantes, tanto por tener una avanzada tecnología y experiencia, como por sus superiores capacidades físicas de sus cuerpos que la de los humanos (reflejo por otro lado de personalidad del Spock de la clásica).  Otra raza recuperada y que merecía haberse explorada más es la especie guerrera de los andorianos, sobre todo gracias a la presencia de Jeffrey Combs como Shran (el inolvidable Brunt y Weyound en DS9). Otras apariciones interesantes son a de los tholianos, los gorn o los orion, sobre todo en la cuarta temporada, mientras que los klingons, aunque no se prodigan en la serie, mayoría de sus apariciones son interesantes.



A nivel narrativo, la serie sufrió diversas fases: la primera y segunda temporada sigue la dinámica de capítulo autoconclusivo que habían tenido sus predecesoras. Contaba con algunas líneas argumentales como la línea temporal o la tensión entre vulcanos y andorianos, que se abordaban como episodios individuales con cierta continuidad. El resultado es una colección de capítulos en general flojos, donde se nota que los productores no sabían muy bien por donde querían ir o a donde querían llegar. Seguían la dinámica que les había ido bien 14 años antes con The Next Generation y que se había copiado en Voyager, pero que en el 2002 ya empezaba a quedar desfasada en una serie de ciencia ficción, sobre todo con un universo tan extenso y complejo. Para animar las historias incluso en el capítulo Regeneration (ENT, 2.23) resucitaron a los borg y en Acquisition (ENT, 1.19) aparecieron los ferengis. Eso no impide que haya buenos capítulos e historias interesantes, o anecdóticas como el origen de la Aleta Roja que nos muestran en Singularity (ENT, 2.09).


Pero era evidente que algo tenía que cambiar y en la tercera temporada crearon una trama que se alargara a lo largo de la misma: la Tierra era amenazada por los xindi, que querían aniquilar a la humanidad y la Enterprise de Archer tenía que impedirlo. Y aunque empezó algo floja con varios capítulos antoconclusivos, poco a poco fue incrementándose el interés y la tensión, permitiendo desarrollar bien la historia de los xindi y a sus personajes, incluyendo a los tripulantes de la Enterprise que estaban sometidos a una tensión más que considerable: en sus manos estaba depositado el futuro como raza. Convirtiéndose, posiblemente, en la temporada más redonda de todas las series de Star Trek. Tal vez el final fuera algo abrupto y extraño, que además coincidió con un cliffhanger con la cuarta temporada que pretendía terminar el arco argumental de la Guerra Temporal. Siempre me dio la sensación que los productores no sabían muy bien qué hacer con él y al final se decidieron por concluirlo en una historia que no tiene mucho que ver con lo visto hasta entonces con él.



Para la cuarta temporada al timón ya no se encontraban Rick Berman y Branon Braga y se nota. Manny Coto, que había escrito diversos capítulos de la tercera, se convirtió en productor ejecutivo. A lo largo de esta, la última carga de Enterprise, las historias se desarrollan con capítulos dobles y triples, lo que permite, como había ocurrido el año anterior, desarrollar mejor a los personajes y las tramas. Además se nota por fin que quien manda se ha visto la serie clásica, y las referencias a esta son constantes y tan bien conseguidas que uno se pregunta: ¿por qué no se había hecho antes? No digo que fueran constantes, pero su resultado es tan magnífico que me hace sentir su falta en el resto de series. Como ejemplo solo mencionaré dos de estas referencias: los organianos en Observer effect (ENT, 4.11) y la sublime interrelación de los sucesos del capítulo The tholian web (ST, 3.09) con el capítulo doble de In a mirror, darkly (ENT, 4.18/19). Simplemente faltaba voluntad de hacerlo o que Berman se hubiera visto la clásica.



Los personajes en su desarrollo se acercan mucho a la serie de la clásica, The Next Generation y Voyager: centrados sobre todo en tres: Archer, T’pol y Tucker (como había ocurrido con Kirk, Spock y McCoy, Picard, Data y Worf y Seven, el Doctor y Janeway, respectivamente). El resto al final solo son apenas comparsas, alejándose de la coralidad de protagonistas (tanto principales, como secundarios) que había sido Deep Space Nine. Esto representa que al final se cuenten historias muy similares o que se desperdicien personajes que podrían haber sido interesantes. Incluyendo los rumores que dicen que Reed podría haber sido el primer personaje gay de Star Trek. Pero al final los sucesores de la transgresora serie creada por Gene Roddenberry en los años sesenta, con un ruso en el puente en plena Guerra Fría y sobre todo una mujer negra en un puesto de responsabilidad y que protagonizó el primer beso interracial de la televisión, se quedó en solo un rumor.



Su abrupto final sobrevino al dividirse el canal UPN donde se emitía la serie, y la CBS que tiene los derechos de emisión de Star Trek para televisión y no tanto por las audiencias. De esa manera se anunció la anulación de la serie muy poco antes del inicio del rodaje de These are the voyages… (ENT, 4.22), lo que explica que este sea un capítulo tan nefasto (esa es mi opinión) e incoherente, mezclando además el episodio de The Pegasus (TNG, 7.12) que no tiene mucho que ver con lo acaecido en el siglo XXII. Como conclusión Star Trek: Enterprise es una serie irregular, pero que se merecía una quinta temporada (posiblemente más), gracias sobre todo a las dos últimas que solo se pueden clasificar de excelentes. Y sobre todo tener un final más digno del que tuvo.



Ll. C. H.



Notas de producción:

(1) En cuestión de velocidades la clásica tendría un límite de 7/8 como se indica en In a mirror, darkly II (ENT, 4.19) y la era de TNG en velocidades cercanas al factor 10.

sábado, 23 de mayo de 2015

Naves de Ships of the line, Into the breach



Seguimos con el repaso a algunas naves e ilustraciones de los calendarios de Ship of theline. Ahora con la imagen de Don Hillenbrand de noviembre de 2011 titulada Into the breach, que representa la defensa de un sistema estelar por parte de un grupo de batalla encabezado por la USS Enterprise-A, lo que sitúa este suceso entre el 2286 y el 2293. El resto de naves que podemos apreciar son la USS John Glenn NCC-2707, la USS Sun Tzu NCC-2530 y las USS Valley Forge NCC-1778-A y de la misma clase sin identificar con la matrícula NCC-1878-A (1), entre otras. ¿Contra quién se enfrenta?... Eso queda a nuestra imaginación. Pero lo interesante de esta escena precisamente son los tipos de naves que forman este grupo. No son las típicas Miranda u Oberth, sino diseños originales, pero utilizando conceptos ya conocidos en Star Trek, los famosos kit-bashes: diseños formados por piezas de otras clases.





Diseño 1. El USS John Glenn NCC-2707 tiene un diseño basado en los cruceros de la clase Constitution, pero su configuración es diferente: la sección de ingeniería está situada sobre el plato y las barquillas sobresalen de su lateral, además cuenta con tres ensamblajes de lanzatorpedos dobles (la clase Constitution solo tiene uno en el cuello), lo que indica una nave fuertemente armada. También cuenta con dos motores de impulso dobles, lo que la convierte en una nave rápida a velocidades por debajo de curvatura.


Diseño 2. En la USS Sun Tzu NCC-2530 se ha utilizado elementos originales de la clase Excelsior, alterando su estructura y añadiendo un módulo de sensores en la popa, por encima del plato, como la clase Nebula en el siglo XXIV. Este es ovalado, muy similar al diseño original visto en la USS Phoenix en The wounded (TNG, 4.12). De manera que la idea de este concepto (evolución posiblemente de la torre de armamento de la clase Miranda) podría remontarse a finales del siglo XXIII. La página Advanced Starship Design Bureau ya había especulado que la clase Apollo tenía una configuración simular, basada esta, en la clase Ambassador.

 
Diseño 3. El USS Valley Forge NCC-1778-A y el NCC-1878-A (no se puede apreciar su nombre), son una mezcla de la clase Oberth y Constitution. En este caso el plato tendría la prolongación de la parte posterior de la clase Oberth, donde se encuentra el reactor principal, pero dotada de un casco de inferior, donde podría encontrarse el hangar y el deflector principal de navegación, así como los tubos dobles lanzatorpedos, uno a cada lado de este casco. Lo que la haría una nave también fuertemente armada.


Diseño 4. También una mezcla entre el plato de la clase Miranda, con el casco de la sección de ingeniería similar a la clase Constitution (aunque más estilizada) donde se encuentra el deflector principal de navegación, teniendo las barquillas por encima del plato. No se aprecia mucho esta nave ni matrícula, que podría ser un diseño similar al anterior, pero usando otras partes de naves.





Notas de producción:

(1) Personalmente no me gusta que otras naves reutilicen la misma matrícula que sus predecesoras añadiendo una letra, salvo las Enterprise. Primero esta dejaría de tener esa exclusividad ligada a su leyenda. Además sería un rompecabezas tener unas muchas naves con número (bajo y repetido) y letra, y otras con una consecución cronológica para llevar una buena contabilidad naval. Por otro lado hemos visto otros ejemplos de naves que tienen el mismo nombre, pero matrículas diferentes para sus distintas encarnaciones. Así la primera Intrepid que vimos en The immunity síndrome (ST, 2.19) de la clase Constellation tenía la matrícula NCC-1631. La segunda de la clase Excelsior mencionada en The sins of the father (TNG, 3.17) tenía la matrícula NCC-38907, mientras que en Star Trek Nemesis aparece una tercera Intrepid con el número de serie NCC-74600, primera de su clase. Otros nombres repetidos con matrículas diferentes son la Defiant, el Hood o la Constellation.



La única vez que vimos la letra seguida del número de matrícula, fue en Where silence has lease (TNG, 2,02) en el USS Yamato creado por la entidad Nagilum, que tenía la matrícula NCC-1305-E. Mientras que en su segunda aparición (ya la nave real) en Contagion (TNG, 2.11), su matrícula era la NCC-71807. Según ST Encyclopedia la letra fue un error de producción.


Ll. C. H.



Link:

Alzados de las naves de Into the breach.